Hemos visto en Génesis 1:26-28 como Dios asigno al hombre una función irrevocable como administrador, mayordomo y líder. Todo en esta vida requiere de una buena administración y cuando lo hacemos con la bendición de Dios alcanzamos el verdadero éxito. Hemos de administrar nuestra mente, cuerpo, tiempo, relaciones, bienes materiales, finanzas, etc. Ejercemos una influencia positiva o negativa en todo lo que hacemos, de lo cual daremos cuenta en el día del juicio. Existe un principio divino que es hacer lo mas con lo menos, pero esto requiere, disciplina, esfuerzo y economía entre otros. Sin embargo, lo único que asegura el éxito es la bendición de Dios. El nos insta a reconocerlo como dueño de todo, sin embargo, solo exige que le regresemos el diezmo y las ofrendas como señal de ese reconocimiento.
Veamos que nos dice la Biblia en el tema como administradores fieles.
Como administradores de los misterios de Dios, significa administrar todo en nuestra vida según el plan de Dios. Este plan divino difiere completamente al del hombre. Hemos de procurar de manera objetiva, conocer cada día mejor el plan de Dios.
Nuestro crecimiento en la gracia, nuestro gozo, nuestra utilidad, todo depende de nuestra unión con Cristo. Solamente estando en comunión con El diariamente, a cada hora permaneciendo en El, es como hemos de crecer en la gracia... Reflejando a Jesús, pág. 251.2
Conociendo más
1. Hemos de orar y estudiar la Biblia y el consejo Inspirado todos los días;
Conságrate a Dios todas las mañanas; haz de esto tu primer trabajo. Sea tu oración: “Tómame ¡oh Señor! como enteramente tuyo. Pongo todos mis planes a tus pies. Úsame hoy en tu servicio. Mora conmigo y sea toda mi obra hecha en ti”. Este es un asunto diario. Cada mañana conságrate a Dios por ese día. Somete todos tus planes a El, para ponerlos en práctica o abandonarlos según te lo indicare su providencia. Sea puesta así tu vida en las manos de Dios y será cada vez más semejante a la de Cristo. Reflejando a Jesús, pág. 251.4
2. Hemos de administrar bien los recursos y lo que consumimos; 1 Corintios 6:19,20.
Al momento de salir a comprar debemos tener definido si traeremos salud o enfermedad. Existen cuatro enemigos que pueden acabar con nuestro corazón; 1. La grasa, el azúcar, la sal y la carne. (1) Por otro lado hay que combinar los alimentos de manera que contengan todos los nutrientes; Carbohidratos 50%; Grasas (especialmente de origen vegetal) 30%; Proteínas (preferiblemente sin grasa animal) 20%; sales, minerales y vitaminas. (2)
Hemos de procurar también que la 1ª comida del día sea la mas abundante como de un Rey, la 2ª como de un príncipe y la 3ª y ultima, la mas liviana, como la de un mendigo.
3. Hemos de administrar bien las finanzas procurando libertad financiera;
Debemos llevar bien una contabilidad de los ingresos y gastos. Hacer un presupuesto de lo que podemos o no gastar. Y evitar las deudas. Proverbios 22:7; Deuteronomio 15:6; 28:44
4. Hemos de administrar bien nuestras relaciones;
Dios nos perdona condicionalmente para obtener la salvación. Es decir, debemos arrepentirnos, confesar nuestro pecado y apartarnos de este. Sin embargo, entre nosotros es diferente siendo que cuando perdonamos a alguien no es para darle salvación.
Perdonar es la mejor medicina para una salud espiritual y emocional en mal estado.
La receta para curar el rencor es el regalo del perdón incondicional. Solo Dios puede ayudarnos a hacerlo. Lee Mateo 6:15, Lucas 23:34. Solo así nuestra vida puede seguir su curso de crecimiento y nos libera para actuar libre y correctamente, procurando la sanidad emocional nuestra y la de los demás. (3)
5. Hemos de administrar bien nuestro arreglo personal y conducta; Debemos elegir cuidadosamente nuestros pasatiempos (películas, música, lectura, internet, celulares, etc.)
1 Timoteo 2:9,10; Filipenses 4:8; colosenses 3:2; Salmos 101:3; Job 31:1; 1 Pedro 1:22,23; 2:9,11; 3:3,4
(1) Año 30 Núm. 07 / Enfoque de nuestro tiempo. Pág. 4,5
(2) Año 30 Núm. 07 / Enfoque de nuestro tiempo. Pág. 13
(3) 30 Núm. 07 / Enfoque de nuestro tiempo. Pág. 7 (Richard W. O’fill)
¿Aceptas devolver a Dios los diezmos y dar las ofrendas formando así una hermosa sociedad con Dios? ¿Es tu deseo también ser un fiel administrador de tu cuerpo, tiempo, relaciones, finanzas, etc.?
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